martes, 20 de julio de 2010

Reflexiones de Emir Sader

Reflexiones de Emir Sader respondiendo a algunas tesis sobre la situación actual del mundo y latinoamerica fundamentalmente

La crisis actual significó el fin del neoliberalismo, de la hegemonía norteamericana y conducirá al fin del capitalismo.
–La mayor equivocación de esta visión es considerar que un modelo, una hegemonía
o un sistema social termina sin que sea derrumbado y sustituido por otro cuando
el sur del mundo –u otro bloque– proponga alternativas y sea capaz de
construirlas. El neoliberalismo no ha terminado, se modera con grados de apoyo
estatal.
Se puede y se debe cambiar el mundo sin tomar el poder.
–El proyecto de transformaciones profundas de la sociedad por la base sin que
desemboque en la alteración de la relaciones de poder, no conduce a ningún
proceso real de transformaciones de las sociedades latinoamericanas. Por el
contrario, los movimientos sociales –como los bolivianos– que transformaron su
fuerza social en fuerza política, son los que protagonizan procesos reales de
cambio en el mundo.

El Estado nacional se convirtió en un elemento conservador.
–Los gobiernos progresistas de América Latina se están valiendo del Estado sea
para regular la economía, para inducir el crecimiento económico, para
desarrollar políticas sociales –entre otras funciones–. Son los gobiernos
neoliberales los que desdeñan al Estado y transforman sus funciones en mínimas,
dejando espacio abierto para el mercado. Los procesos de integración regional y
de alianzas en el sur del mundo tienen también a los Estados como protagonistas
indispensables.
La política se tornó intrascendente.
–Falsa afirmación. Los gobiernos progresistas de América Latina rescataron el
papel de la política y del Estado. Si no hubieran hecho eso, no podrían
reaccionar como lo hacen ante la crisis.
En nuestras sociedades hay millones de ineptos para el empleo.
–Esta afirmación, originalmente de Fernando Henrique Cardoso, buscaba
justificaciones para los gobiernos oligárquicos: que gobernarán siempre sólo
para una parte de la sociedad, excluyendo a los más pobres ahora bajo el
pretexto de un supuesto desempleo tecnológico que prescindiría de gran parte de
los trabajadores. Los gobiernos progresistas asocian el reimpulso al desarrollo
económico con la elevación constante del empleo formal y el aumento del poder
adquisitivo de los salarios.
Los movimientos sociales deberían mantener su autonomía en relación con la política.
–Los movimientos sociales que obedezcan a esa visión abandonarán la lucha por la construcción de hegemonías alternativas, aislándose, cuando no desapareciendo de la escena política, cuando se pasa de la fase de resistencia a la de construcción de alternativas. Hay que recordar que movimientos como los indígenas de Bolivia formaron un partido –el MAS–, lucharon y eligieron a su principal líder como presidente de la república. En otros países, los movimientos sociales participan en bloques de fuerzas de apoyo a los gobiernos progresistas manteniendo su autonomía, pero participando directamente en la lucha por la construcción de una nueva hegemonía política.
Solamente se sale del neoliberalismo a través del socialismo.
–Hay quienes afirman que como el capitalismo ha llegado a su límite con el
modelo neoliberal –sea por la mercantilización general de las sociedades, sea
por la hegemonía del capital financiero–, sólo se saldría de él con el
socialismo. No se tienen en cuenta las regresiones en los factores de la
construcción del socialismo, del Estado, de la política, de las soluciones
colectivas, del mundo del trabajo, entre otros. Las transformaciones
introducidas por el neoliberalismo –entre ellas, la fragmentación social y el
modo de vida norteamericano como forma dominante de sociabilidad– representan
obstáculos que sólo podrán ser vencidos en una larga y profunda lucha política e
ideológica, para volver a colocar el socialismo a la orden del día.
La alternativa a los gobiernos de Brasil, Argentina, Uruguay y Paraguay sólo está a la izquierda y no a la derecha.
–El fracaso de los intentos de construcción de alternativas radicales a la
izquierda de esos gobiernos, confirma que la polarización política se da entre los gobiernos progresistas y las fuerzas de derecha. Esta situación ha llevado a que frecuentemente sectores situados a la izquierda de esos gobiernos, tengan objetiva e incluso conscientemente que aliarse con el bloque de derecha, terminando por definirse sin equidistancia de ambos bloques, viendo al bloque progresista como enemigo fundamental.
Los actuales procesos de integración son de naturaleza capitalista.
–Esa visión descalifica todos los procesos de integración regional, porque no se realizarían mediante una ruptura con el mercado capitalista internacional, porque representarían integraciones en el marco de sociedades capitalistas. Se incluirían no sólo Brasil, Uruguay, Paraguay y Argentina, sino también
Venezuela, Perú, Bolivia, Ecuador. Se deja de comprender la importancia de la creación de espacios de intercambio alternativos a los tratados de libre
comercio. No se entiende la importancia de la lucha por un mundo multipolar,
debilitando la unipolaridad imperial norteamericana. No se entiende cómo la Alba
promueve formas de intercambio alternativas al mercado, a las reglas de la OMC,
en la dirección de lo que se llamacomercio justo, solidario, de
complementariedad y no de competencia.
Existe una izquierda buena y una mala.
–Quien sostenga esta posición quiere dividir a la izquierda, intenta cooptar a
sus sectores más moderados y aislar a los más radicales. La izquierda es
antineoliberal y no está a favor de los TLC, privilegia las políticas sociales y
rechaza los ajustes fiscales con los matices que tiene cada uno de los gobiernos
progresistas.
El periodo actual es de retroceso en América Latina.
–Algunos sectores, con criterios desvinculados de la realidad concreta, difunden
visiones pesimistas, desalentadoras, de América Latina. A veces, usan el
criterio de la posición que ocupan los movimientos sociales en cada país en
relación con la constitución de los gobiernos para definir si hay avances o no,
en vez de definir la naturaleza de esos movimientos en función de la posición
que tienen en relación con esos gobiernos. Subordinan lo social a lo político,
sin darse cuenta de los extraordinarios avances del continente, mayores si se
comparan con la década anterior y con el marco internacional profundamente
marcado por el predominio conservador. Es un pesimismo producto del aislamiento
social, de quien está al margen de las formas concretas por las cuales avanza la
historia en el continente.
En elecciones como la uruguaya, la brasileña y la argentina, para la izquierda da lo mismo quien gane.
–Se dice eso como si la victoria de Lacalle o de Mujica representaran la misma
cosa, o como si el retorno de los tucanes o la victoria de Dilma Yousseff
tuviera el mismo sentido, como si la sustitución de los Kirchner por Duhalde,
Reuteman, Cobos o algún otro prócer de la derecha argentina significaran lo
mismo para el país. Consideran que se trataría de contradicciones
interburguesas, sin mayor incidencia, desconociendo el alineamiento de las
principales fuerzas políticas y sociales de cada uno de los dos campos, pero
sobre todo las posiciones de profundización y extensión de las procesos de
integración regional o de los TLC, de prioridad de las políticas sociales o de
ajuste fiscal, del papel del Estado, de la actitud en relación con las luchas
sociales, el monopolio de los medios privados, el capital financiero entre otros
temas, que diferencian claramente a los dos campos.
El nacionalismo latinoamericano contemporáneo es de carácter burgués.
–Desde que comenzaron a resurgir ideologías nacionalistas en América Latina con
Hugo Chávez, hubo gente que se apresuró a compararlo con Perón, a descalificarlo
como nacionalismo burgués o simplemente como nacionalismo que nada tenía que ver
con la lucha anticapitalista, etcétera. Usaron aquí también clichés sin hacer
análisis concretos de las situaciones concretas. El nacionalismo de gobiernos
como los de Venezuela, Bolivia y Ecuador –que recuperan para el país los
recursos naturales fundamentales de que disponen–, son parte integrante de la
plataforma antineoliberal y anticapitalista de esos países. Cada fenómeno
adquiere naturaleza distinta, según el contexto en que está inserta cada
reivindicación, conforme cada gobierno asume un carácter diferente. En el caso
del actual nacionalismo, en América Latina está promoviendo, además de lo
anterior, procesos de integración regional que le dan un carácter no sólo
nacional sino latinoamericanista.

publicada por www.puntofinal.cl

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